Nuevos roles del docente y del alumno.

Lic. Box Ruiz

Los cambios en el paradigma educativo que los avances tecnológicos han provocado nos llevan a repensar el rol de los actores del proceso de enseñanza-aprendizaje. La vieja imagen del maestro sentado en su silla, una suerte de trono que justificaba su autoridad y su posición por encima de los demás que están en el aula, cada vez se deteriora más. Los alumnos descubren con gran facilidad, en la era de la información y de la comunicación, los valores de la democracia y el poder de la participación y de la libre expresión del pensamiento en el escenario escolar.

El rol del maestro y de la maestra en la educación tradicional es la de un transmisor de conocimientos. El docente se presenta en el aula en donde los alumnos ya lo esperan sentados de forma tal que dan la impresión de ser seres receptivos, atentos a la orden de empezar a almacenar información y de esa forma poder ser inteligentes. La interacción alumno-docente, alumno-alumno y alumno-realidad es prácticamente inexistente.

Sin embargo, con la creación de las redes de información y comunicación con que cuenta el estudiantado en el Siglo XXI, este escenario es cuestionado y rechazado por los estudiantes. Estas redes les han permitido comparar la información dada por el maestro o la maestra, incluso son capaces de formarse ideas propias y bien fundamentadas sobre un tema sin nunca haber conversado del mismo con el docente.

En este contexto el docente pasa a ser una fuente más de información, en adición a las que los alumnos  ya tienen a un clic de distancia. Pero esta realidad, más que angustiar al magisterio, debería ser un estimulo para redescubrir su rol en los procesos educativos.

Por su lado, el alumnado asumía su papel pasivo como receptor de la información. Su labor estaba limitada a escuchar con atención lo que decía o explicaba el docente y tomar notas claras de sus enseñanzas. Esto sería suficiente para estar preparado cuando el momento de la evaluación llegara. La evaluación consistía normalmente en una hoja con varias preguntas que más que probar el aprendizaje que había logrado el alumno en la materia, desafiaba su capacidad de memorizar hechos y datos.

La sociedad interconectada en que vivimos impone nuevos roles a los docentes y a los discentes. A los primeros le propone ser orientadores, organizadores, guías, inspiradores, estrategas en el proceso de enseñanza-aprendizaje. De los últimos, los discentes, demanda ser autónomos, críticos, capaces de trabajar en equipo y de completar proyectos con algún valor social, a la vez que tienen derecho a participar en la planificación de sus aprendizajes, un rol que era exclusivo del docente.

Cambiar estos papeles que han jugado estos dos importantes actores de la educación es uno de los grandes retos del sistema educativo dominicano. El sistema debería buscar la forma de darles seguimiento a los indicadores de progreso en esa dirección. Plantearse, por ejemplo, como asegurar que en el aula quienes tengan el protagonismo en las intervenciones sean los alumnos. Que seamos capaces de valorar y premiar las iniciativas de los profesores y profesoras que se arriesgan e introducen en sus planes de clases metodologías nuevas, como el uso del blog de curso, el trabajo colaborativo usando redes sociales o el aprendizaje por proyectos.

Lic. Box Ruiz
Profesor universitario.
Master 1 Didáctica del Francés como Lengua Extranjera. (UAG)
Magister en Tecnología Educativa (PUCMM)
Diplomado en Pedagogía Universitaria (PUCMM)

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