Neurodiversidad y neuroplasticidad: comprender la mente desde otra perspectiva
La ciencia del cerebro nos ha mostrado que no existe un único modo de pensar o aprender. Por un lado, la neurodiversidad nos recuerda que condiciones como la dislexia, el TDAH o el autismo no deben verse únicamente como limitaciones, sino como expresiones de la variabilidad humana. Por otro lado, la neuroplasticidad revela que el cerebro, lejos de ser rígido, puede reorganizarse y adaptarse a lo largo de toda la vida.
Neurodiversidad:
ser diferente también es una fortaleza
Las
personas neurodivergentes procesan la información de manera particular. Gracias
a esta diferencia, algunas destacan en tareas donde otros fracasarían: detectar
patrones en grandes volúmenes de datos, encontrar relaciones ocultas o mostrar
una creatividad desbordante en el arte o la música.
Sin
embargo, a pesar de sus talentos, estas personas suelen enfrentar barreras para
acceder al empleo, pues los procesos de contratación tradicionales privilegian
perfiles “convencionales”. No obstante, cada vez más empresas —desde agencias
de inteligencia hasta compañías discográficas— reconocen que incorporar mentes
diversas fortalece la innovación y la productividad.
Neuroplasticidad:
la flexibilidad del cerebro
La neuroplasticidad
se refiere a la capacidad del cerebro de reorganizar sus conexiones neuronales.
Comoquiera que esta plasticidad está presente incluso en la edad adulta, es
posible aprender nuevas habilidades, compensar déficits o recuperarse tras una
lesión cerebral.
Por
ejemplo, alguien que sufre un accidente puede, con la rehabilitación adecuada,
reconfigurar su red neuronal y recuperar funciones que parecían perdidas. A
pesar de los procesos degenerativos que acompañan al envejecimiento, la
plasticidad sigue siendo un recurso poderoso para mantener la memoria y las
capacidades cognitivas.
Cuando
la neurodiversidad se encuentra con la neuroplasticidad
Aquí surge
un punto clave: la neurodiversidad aporta diferentes estilos de razonamiento y
aprendizaje, pero la neuroplasticidad asegura que esas diferencias no son
límites inamovibles. Gracias a esta interacción, la inclusión educativa y
laboral puede transformarse en un espacio donde las personas no solo se
adapten, sino que también brillen con sus talentos propios.
En otras
palabras, un entorno que valore la diversidad neurológica y que estimule la
plasticidad cerebral permite potenciar habilidades singulares en lugar de
reprimirlas.
Se
necesita un cambio de paradigma necesario
La
neurociencia nos invita a mirar más allá de lo “normal”. Comoquiera que la
diversidad es una riqueza y no una amenaza, debemos apostar por modelos que
favorezcan la integración de personas neurodivergentes en la educación, el
trabajo y la vida social.
A pesar de
que todavía persisten prejuicios, la evidencia muestra que los cerebros
distintos son también cerebros valiosos. No obstante, este cambio exige
políticas inclusivas, estrategias pedagógicas flexibles y, sobre todo, una
visión colectiva que entienda que todos somos diferentes, pero igualmente
capaces de aportar.
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Elhlin Ruiz Huges
El autor es
abogado y lingüista.
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